lunes, 14 de agosto de 2017

Las Vírgenes

Las Vírgenes


            Hace poco ingresé en un grupo de Facebook vinculado a Asturias, entre cuyas normas estaban (como hoy es común en muchos foros, y tradicionalmente en algunos bares o espacios públicos) la prohibición de discutir de política, a la que se añadía la de abordar debates religiosos, que se argumentaba por el carácter laico y la pluralidad religiosa del grupo. Lo más curioso es que de esta última prohibición se exceptuaba a la “Santina”, “Nuestra Señora de Covadonga”, de la que se decía literalmente que “es sagrada (no se toca); algo tiene esta santina que incluso los no creyentes la respetan”; es decir –si lo entiendo bien-, se considera una especie de patrimonio común asturiano. Claro está que, sin salir de Asturias, y aunque a nivel más local, lo mismo cabría decir de tantas Vírgenes, por ejemplo, la hermosa imagen románica de Nuestra Señora de Tina. En Toledo, qué podríamos decir. La Virgen del Sagrario, patrona de la ciudad, es también uno de sus símbolos más queridos, y las fiestas en su honor son de las más importantes del año. Y también muchos ateos participan en la romería de la Virgen del Valle, o en tantas otras. Si hubiera que decir dos nombres de mujer típicamente toledanos, seguramente los primeros que muchos diríamos serían precisamente Sagrario y Valle. En fin, en estos días en los que infinidad de pueblos y ciudades de toda España celebran distintas advocaciones de la Virgen, los ejemplos podrían multiplicarse. Hasta los alcaldes más laicistas suelen terminar por reconocer la conveniencia de expresar el respeto por la Virgen del lugar. En México, varias veces he oído decir que hay muchos “ateos… pero guadalupanos”, y también hay otra buena cantidad de Vírgenes locales.


            Siempre me pareció una cierta contradicción, dentro de la lógica de la Iglesia católica, que siendo la Virgen solo una y con el nombre de María, hubiera tantas Vírgenes locales, con nombres específicos. La Iglesia explica que, aunque incuestionablemente la Virgen es solo una, caben diversas “advocaciones” de ella. Pero tampoco eso me convencía demasiado, ya que estas advocaciones llegan a cobrar tanta independencia, que incluso he llegado a presenciar debates y discusiones sobre si es mejor esta o la otra, la tuya o la mía. Sin embargo, con el tiempo he ido comprendiendo que todo esto tiene un sentido. Desde el estricto punto de vista religioso, la Virgen es (esto solo para los creyentes) nuestra madre celestial, pero identificarla a través de una figura local con un nombre propio le da una cercanía que de otro modo no tendría, y que es imprescindible en toda madre: no es ya una madre lejana e inalcanzable, sino realmente próxima y familiar. Pero más allá de este enfoque, desde la perspectiva social y cultural, las Vírgenes locales se convierten, como ya he apuntado, en auténticos símbolos o emblemas de la ciudad, pueblo o país de que se trate. Y aunque sea innegable su origen religioso, en la actualidad desempeñan esta función simbólica con un alcance mucho más general y abierto. Es por ello que, aunque afortunadamente nuestras sociedades son plurales y abiertas, y se reconoce la libertad religiosa en todas sus dimensiones –incluyendo la dimensión negativa de no profesar ninguna creencia religiosa- estos símbolos se mantienen, y no parece que la tendencia vaya hacia su desaparición, por la sencilla razón de que están fuertemente enraizados en nuestra cultura; para muchos, más incluso que el propio sentimiento religioso que los inspiró en su origen. Felices fiestas a todos.  

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