Me
propongo, pero…
Para el año nuevo me propongo firmemente
no comer ni beber en exceso, pero la verdad es que tampoco quisiera privarme de
vez en cuando de algún grato y extraordinario momento a cuenta de un postre,
heladito o copita. Me propongo hacer ejercicio físico muy asiduamente, pero
tampoco quiero obsesionarme con eso si algunos días no tengo tiempo para ello.
Me propongo no estresarme con el trabajo, pero sí quisiera ser estricto en el
cumplimiento meticuloso de todos mis deberes en su plazo. A decir verdad,
quisiera proponerme trabajar menos, pero deseo hacer las cosas bien y con rigor
empleándome a fondo con ello, y no me gustaría bajar mi compromiso con mi
trabajo. Me propongo aprender a decir “no” cuando hay que decir “no”, pero no
quisiera dejar pasar oportunidades interesantes. Me propongo decir “sí” cuando
hay que decir “sí”, aunque tampoco me gustaría que eso suponga acumular por el
mero hecho de acumular experiencias, trabajo, vivencias, bienes materiales. Me
propongo en todo valorar más la calidad que la cantidad, pero hay que reconocer
que eso se dice cuando uno está mínimamente satisfecho con la cantidad. Voy a
ser constante y perseverante, pero bueno, también sabré cuándo he de tomarme un
respiro.
De lo que sí estoy seguro es de que
en el año recién estrenado pienso ser absolutamente sincero con todos… Pero
claro, tampoco querría molestar u ofender innecesariamente a la gente
diciéndoles siempre a la cara todo lo que pienso. Así que en algunos casos
mejor me limitaré, como dice un amigo, a “pensárselo en la cara”. Y creo que
debo ser más desprendido y generoso, pero también me gustaría ser algo
ahorrador, por lo que pueda venir. Quiero ser más exigente conmigo mismo,
aunque tampoco es cosa de torturarse por algún fallito que otro, a fin de
cuentas nadie es perfecto. Lo que sí haré es ser más exigente con mis hijos, eso
sí, sin “apretarles” mucho, pobrecitos, a fin de cuentas son tan buenos… Vaya,
definitivamente seré mucho más exigente con mis alumnos, discípulos o
compañeros de trabajo (a los que pueda exigir), aunque desde luego no quiero
parecer un ogro y muchas veces se consigue más siendo más flexible. Eso sí,
cumpliré escrupulosamente todos los preceptos de la ley divina, de todas las
leyes humanas que me fueren aplicables, de la ética pública y de la moral
privada, y hasta de lo políticamente correcto. No obstante, ya veremos, porque tampoco
querría parecer un tipo perfeccionista, previsible y aburrido, lo que viene
siendo un “tiquismiquis”. Además seré siempre coherente con mis principios, si
bien también me propongo saber cuándo he de saltármelos por una vez. En fin,
este año nuevo estoy seguro de que todos mis familiares, mis amigos y mis
compañeros notarán el “cambiazo” que voy a dar… Pero de algún modo sabrán que
soy el mismo de siempre. Verán en mí un gran compromiso y una gran firmeza a la
hora de vivir esta nueva vida; ahora bien, también percibirán una gran
flexibilidad en mi adaptación a ella. Lo tengo muy claro. Pero también tengo
mis dudas…