jueves, 30 de mayo de 2013

Sí nos representan


 

Sí nos representan


 

            Desde que en 1188 el Reino de León aportó al mundo la creación del primer  Parlamento (con el nombre de Cortes), no se ha descubierto forma mejor para gestionar los asuntos públicos. Esta institución, basada inicialmente en una representación estamental y de Derecho privado, pasó después a regirse por criterios  poblacionales y territoriales, de manera que con la Edad Contemporánea nace la representación política en la que todo el Parlamento representa a toda la Nación, y más tarde, con la llegada del sufragio universal, al pueblo soberano. La Constitución española de 1978 reconoce que la soberanía nacional reside en el pueblo español, pero también consagra el derecho a la autonomía de las nacionalidades y regiones. La autonomía política necesita potestad legislativa, y esta requiere de una institución parlamentaria, por eso hace hoy exactamente 30 años nacieron las Cortes de Castilla-La Mancha. Nunca he sido amigo de las anuales celebraciones grandilocuentes; además es probable que el lector conozca todo lo anterior, pero me temo que precisamente en los tiempos que corren conviene recordar con cierto énfasis estas realidades, porque a veces los árboles de las crisis (ciertamente económica, política, social e institucional) parecen no dejarnos ver el bosque de la importante labor colectiva que, entroncando con nuestra mejor tradición representativa y democrática, hemos logrado implantar entre todos a partir de 1978.

 

            Creo que hoy no es ni mucho menos superfluo destacar que la descentralización política articulada a través del llamado “Estado autonómico” es el modelo más acorde con nuestra Historia y nuestra realidad política; que fue un profundo acierto la creación de las Comunidades Autónomas; que estas necesitan ciertas instituciones de gobierno, y entre ellas una asamblea parlamentaria para que exista la autonomía política. Desde 1983, todos los diputados de Castilla-La Mancha nos representan a todos. Los que recibieron nuestro voto y los que no. Los del PP, los del PSOE, y los que en otros momentos han sido elegidos en las listas de otras formaciones políticas. Cuando piso el convento de San Gil siento que estoy en el “templo” de la democracia y de la autonomía política. Probablemente hay que pensar más en cómo asegurar la necesaria proporcionalidad, también en cuáles son las dimensiones adecuadas (y el coste asumible) de esta noble institución parlamentaria. Pero estoy seguro de que la misma es imprescindible. Feliz cumpleaños, democracia autonómica, felicidades a todos.

miércoles, 22 de mayo de 2013

El "Cholo"


El Miradero                                                                         F. Javier Díaz Revorio

El “Cholo”

 

            Hay, sin duda, temas mucho más importantes y preocupantes que el fútbol, pero eso no significa que este deporte-entretenimiento-espectáculo-negocio no nos pueda transmitir a veces enseñanzas significativas, pues en muchos aspectos es un compendio o símbolo de la vida misma. Yo nunca he ocultado mi afición-pasión por el fútbol, ni mi “debilidad” por la selección española, el Atlético de Madrid, y por supuesto el Toledo. El caso es que la presente temporada futbolística se había presentado una vez más como un duelo entre los dos “grandes” sin que los demás parecieran contar para nada. Todo era Real Madrid-Barcelona, Mourinho-Vilanova, Cristiano-Messi. A punto de acabar la temporada, y aunque no deja de ser significativo que por segundo año consecutivo ninguno de los dos grandes ha cumplido sus expectativas a nivel europeo, hay que reconocer y destacar que el F.C. Barcelona ha sido dominador y justo ganador de la Liga. Pero hay otros aspectos no menos significativos. El Atlético de Madrid, que en términos presupuestarios queda muy por debajo de estos dos equipos, se ha afianzado como otro “grande” de España, sumando a los dos títulos de 2012 (Liga Europa y la antológica Supercopa de Europa brillantemente obtenida ante el dificilísimo Chelsea), la Copa del Rey obtenida el pasado viernes. Desde luego, toda final es un partido abierto, y en este pudo pasar de todo, pero creo, por un lado, que el mérito del Atlético va mucho más allá de ese partido, pues ha estado toda la temporada en los puestos más altos de la tabla y la clasificación directa para la Champions es muy meritoria; y por otro, que aunque la suerte siempre tiene que estar de lado para conseguir los éxitos, el Atlético en la final la buscó con más convicción y ahínco que su rival.

 

            Desde luego, el éxito del Atlético se debe a todo el equipo, pero creo que quien mejor lo personaliza es precisamente quien ha logrado implantar ese concepto de equipo. El “Cholo” Simeone ha demostrado ser no solo un gran técnico, sino un excelente líder. Ha logrado transmitir a los jugadores la fe en sus posibilidades. Precisamente poco antes de la final de Copa enfatizaba la idea de que una victoria atlética podía simbolizar el mensaje de que los objetivos se pueden lograr cuando se persiguen con firmeza, de que no siempre el que tiene más medios o aparece como más poderoso tiene todas las de ganar, de que los más modestos pueden conseguir lo que se propongan, aunque les haya de costar mucho más esfuerzo. Esa idea, demostrada por el Atlético desde que él llegó, merece, en el fútbol y en la vida, la mayor consideración.

miércoles, 15 de mayo de 2013

Vocación docente


                                                                   

Vocación docente


           
Cualquier día es bueno para reflexionar sobre la importancia de la función docente, ya que los “días de” son solo un pretexto para que la sociedad pueda detenerse a pensar en algo que es importante. Y para ello, tanto valdría Santo Tomás de Aquino, como este San Isidro que resulta coincidir con el “día del maestro” en México (dicho sea entre paréntesis, a San Isidro no le ayudaban a arar los ángeles para que pudiera descansar, como he leído hace poco, sino para que orase). “Maestro” es, por muchos motivos, una palabra mucho más hermosa y simbólica que “profesor”, y si a alguien se le hace que tiene menos significación, que piense en que es el calificativo que pidió y aceptó para sí Nuestro Señor Jesucristo. En cualquier caso, creo que nunca agradeceré suficientemente lo que han hecho por mí a mis maestros, incluyendo en ese término a quienes me guiaron desde el “parvulario” (que es lo que decíamos antes) hasta el doctorado, y que después de mis padres, son quienes más han influido en cómo soy y en cuál es mi forma de entender la vida y el mundo. Y eso es mucho más importante que la mera transmisión de conocimientos. Nuestra sociedad siempre estará en deuda con tantos docentes entregados a su labor con la consciencia de la gran responsabilidad que tienen, y que son merecedores de la máxima consideración y respeto, el mismo que la mayoría siempre hemos tenido por nuestros profesores, no tanto porque tuvieran “potestas”, sino más bien porque la comunidad reconocía (y ellos supieron ganarse) su  “auctoritas”.

            Siempre he creído que la labor docente es esencialmente vocacional, y cuando así se concibe queda de lado la cuantificación de los días y de las horas; el maestro lo es siempre y no solo en un horario, y por ello debe ser un ejemplo para los alumnos y la sociedad en toda ocasión. Muchas veces he dicho, medio en broma y medio en serio, que el trabajo del profesor consiste básicamente en practicar algunas de las obras de misericordia espirituales: desde luego, “enseñar al que no sabe” y “corregir al que yerra”, pero también “dar buen consejo al que lo necesita”, y solo quienes nos hemos dedicado a esta labor sabemos que en no pocas ocasiones la misma implica “consolar al triste” y, cómo no, “sufrir con paciencia los defectos del prójimo”.  Una de las mayores satisfacciones que me ha dado la vida es la de poder dedicarme a la enseñanza (con independencia de los desempeños que temporalmente uno pueda hacer, creo que la condición de “maestro” jamás se pierde), porque a decir verdad no concibo un oficio más noble. Mi única aspiración ha sido siempre transmitir al menos una parte de lo mucho que, como alumno, como discípulo y como profesor, he recibido en la vida.
            

miércoles, 8 de mayo de 2013

La revolución del confort


 
La revolución del confort

 


            De todas las revoluciones que ha vivido la Historia de la Humanidad, probablemente ninguna ha sido tan intensa y radical como la que tuvo lugar en el Neolítico y nos convirtió en seres sedentarios. El abandono del nomadismo, aunque se produjera de forma más o menos gradual, tuvo unas consecuencias tan trascendentales que podría considerarse el hecho que mejor explica nuestra actual forma de vida. El hombre sedentario pudo dedicarse a la ganadería y domesticar muchas especies animales, comenzando por el lobo que se convirtió en nuestro mejor amigo, el perro; pasó a cultivar la tierra asegurándose el sustento y adaptando su alimentación para hacerse omnívoro; dejó de lado la promiscuidad sexual y creó la pareja y la familia (cabe pensar, por cierto, que la monogamia y el matrimonio, si bien no son intrínsecos a la condición humana porque durante cientos de miles de años vivimos de otra manera, tampoco son un invento judeocristiano para fastidiarnos, sino más probablemente una forma de convivencia más propia de un ser que acaba de crear la civilización… y que empieza a saber lo que es el amor por encima del mero instinto sexual).

 

            Desde luego, este cambio conllevó la renuncia a otra forma de vida que quedaba atrás, y que no dejaba de tener sus ventajas, especialmente una vida bastante más libre. Pero esa vida era también muy expuesta, y lo que ganó el hombre con dejar de ser nómada fue ante todo seguridad. Un lugar estable para vivir significó, en suma, familia, ciudad, sociedad más organizada que la mera tribu… y todo ello después de todo implicaba normas y acaso menos libertad. Pero ofrecía muchas más garantías de estabilidad en todos los terrenos. Puede que al ser humano le gustase encontrar libremente su pareja y comer todo lo que cazaba, que era lo que podía hacer cuando vivía como un nómada; pero en uno y otro terreno también era posible que “no hubiera suerte” y tocase pasar hambre. Con una casa para proteger a la familia, dentro de una comunidad, y con ganado y productos agrícolas para comer (y luego, enseguida, para permutar con otros, o vender), todo resultaría más fácil. Es muy probable que, aun hoy, el ser humano pueda sentir en no pocas ocasiones “la llamada del instinto”, y por poner ejemplos sutiles, a muchos les gustará más el jabalí que el cerdo, las aves de caza que el pollo, la carne que la lechuga… Pero resulta curioso pensar que todo eso se dejó de lado por comodidad y que el deseo de “confort” provocó la mayor revolución humana.

jueves, 2 de mayo de 2013

El Corpus de Juan Estanislao


El Corpus de Juan Estanislao
 

            Últimamente las novedades bibliográficas sobre Toledo son cada vez más frecuentes, y aunque en este espacio selecciono solo las que considero más interesantes, mis lectores habrán percibido que durante las últimas semanas han sido varios los “miraderos” dedicados monográficamente a libros recientes. Esa es, sin duda, una buena noticia. En esta ocasión le corresponde el turno a una nueva obra sobre la fiesta del Corpus Christi, que fue presentada hace pocas semanas. Se trata de El Corpus. Fiesta Grande de Toledo, publicada por ediciones Covarrubias, obra de la autoría de Juan Estanislao López Gómez. A estas alturas, cabría preguntarse si no está ya casi todo escrito y publicado sobre esta fiesta tan arraigada en Toledo. A la vista de la publicación que ahora comento, la respuesta sería claramente negativa, y ello porque esta obra tiene claramente su propio perfil, y representa sin duda una aportación original y novedosa al estudio de esta fiesta tan querida por los toledanos.

 

            El autor, entre otras condiciones, tiene las de académico correspondiente de la Real Academia de Bellas Artes y Ciencias Históricas de Toledo, Agregado Mayor del Real Gremio de Hortelanos, Profesor de la Universidad de Castilla-La Mancha, y miembro de la Cofradía de Investigadores, y aunque las dos últimas cualidades le hacen doblemente compañero mío, creo no perder la objetividad cuando afirmo que es sin duda uno de los mayores especialistas en la fiesta del Corpus. Son varios los trabajos anteriores dedicados a esta materia, pero la obra que ahora ve la luz es más amplia y completa. La fiesta del Corpus Christi es aquí abordada desde las más variadas perspectivas, destacando el protagonismo de las dimensiones histórica, literaria, artística, e incluso recreativa (se puede destacar el capítulo dedicado a los festejos populares). El objeto de análisis no es solamente la procesión, sino también la custodia y todo el contexto de la fiesta y, en definitiva, la propia ciudad de Toledo. La obra está cuidadísima en todos los aspectos: el lenguaje es sencillo, pero pulcro y elegante (siendo el propio libro una obra literaria además de histórica); las fotografías de Miguel Ángel Sánchez de la Morena son excelentes; y la propia edición es muy esmerada, de modo que es un libro de hermosa factura que da gusto leer, ver, tocar y oler. Todo interesado en el Corpus y en Toledo debería tener un ejemplar de esta obra.