jueves, 28 de febrero de 2013

Cuando las barbas de tu vecino...

El Miradero                                                                         F. Javier Díaz Revorio

Cuando las barbas de tu vecino…

            Los resultados de las recientes elecciones italianas ponen de manifiesto el creciente auge que en algunos países europeos están alcanzando algunas propuestas políticas ubicadas al margen de los partidos políticos más “convencionales” y con ciertos componentes “antisistema”. Opciones bastante pintorescas y heterodoxas, antieuropeas y en muchos aspectos radicales. Esta tendencia, que ya se advirtió antes en Grecia y encuentra manifestaciones visibles en otros países europeos, me parece muy preocupante porque, con el pretexto de la crisis económica y política, algunos “nuevos” partidos terminan por cuestionar los pilares de un sistema que ha resultado muy positivo para el mundo occidental y que costó mucho consolidar, así como de un proceso de integración europea que, con todas las sombras que se quiera, muestra también las mayores luces de la historia de este continente.

            La tentación de comparar el mapa político de estos países próximos con el español resulta casi inevitable, y es muy probable que en esa comparación encontremos elementos diferenciadores que podrían hacernos pensar que en España los partidos políticos hasta hoy mayoritarios tienen bases más sólidas. Pero sería un mayúsculo error, consecuencia de una incomprensible ceguera, no darse cuenta de que las opciones moderadas están perdiendo terreno a pasos agigantados a favor de otras más extremas, y que incluso las tendencias antisistema van ganado adeptos, mientras crecen también quienes desconfían del entero sistema de partidos. Yo creo firmemente que los sistemas que más desarrollo han proporcionado a Occidente tienen como pilares opciones centradas, y que un partido liberal moderado y uno socialdemócrata, ubicados ambos cerca del centro político a pesar de sus netas diferencias, son imprescindibles en nuestro país como en otros de nuestro entorno. Que estas opciones sean el PP y el PSOE u otras no sería realmente relevante, pero lo que se ve es el auge de otras corrientes que se escoran de forma más extrema a la izquierda, a la derecha, al nacionalismo español o al independentismo. Desde luego, parte significativa de culpa del auge de las opciones más radicales está en los errores de los partidos más “clásicos”, que deberían emprender un proceso de profunda reflexión y regeneración. Pero los ciudadanos deben pensar si verdaderamente desean ser gobernados por opciones más extremistas, a las que tal vez deciden votar más como señal de protesta contra las mayoritarias.   

jueves, 21 de febrero de 2013


Calles y patios de Toledo en el Corpus Christi

            En las últimas semanas he dado cuenta en este mismo espacio de algunas novedades editoriales relacionadas con la ciudad de Toledo, y que tenían en común el ser libros cuyo origen era un blog dedicado a la misma temática. Se diría que parece iniciarse una moda de libros basados en blogs toledanos. Si es así, bienvenida sea esa moda, sobre todo si los libros tienen la calidad de los que he reseñado aquí, incluyendo el que brevemente comento esta semana. Se trata de “Calles y patios de Toledo en el Corpus Christi”, cuyo autor es Francisco Javier Martín Fernández, y tiene como origen el blog “elmiradero.es”, al que ya hice referencia en este espacio (si recuerdan, hablaba yo del “otro miradero”...). Hace meses tuve la oportunidad de conocer a su responsable y compartir con él una agradable tarde de fotografía, y sigo con asiduidad las informaciones, comentarios e imágenes que va incorporando al mismo, que es un ejemplo de rigor y conocimiento, resultado de un trabajo ordenado, sistemático, paciente y meticuloso sobre los más diversos aspectos de la Historia, el arte, la cultura y la realidad actual de nuestra ciudad.
        
El libro se centra solo en uno de los múltiples aspectos que son objeto de consideración en el citado espacio web, y se centra en un aspecto de la fiesta del Corpus Christi que, por lo que yo sé, no había sido objeto hasta ahora de un tratamiento monográfico de estas características, que es el de cómo lucen las calles, plazas y patios de la ciudad con ocasión de esta fiesta tan especial. El protagonismo de la obra lo tienen las muy numerosas y cuidadas fotografías de centenares de rincones de la ciudad, decorados y acondicionados para la ocasión. Las mismas reflejan lugares conocidos y rincones en los que a veces no reparamos, con el carácter detallista y observador de su autor, así como su personal estilo fotográfico, que les confiere un aire especial, tal vez un tanto nostálgico o antiguo, pero particularmente atractivo y adecuado para Toledo. Las mismas vienen acompañadas de comentarios, no tan extensos y detallados como los del blog, pero que ofrecen la información básica en un lenguaje claro y sencillo, elegante pero no recargado. En suma, una obra muy recomendable, que puede adquirirse en web a través de blurb, eligiendo incluso el formato y encuadernación que se desee, o bien la versión digital.    

jueves, 14 de febrero de 2013

El Papa más humilde


El Papa más humilde

            Los comentarios e interpretaciones más frecuentes sobre la renuncia de Benedicto XVI han ido, bien en la línea de criticar esta actitud infrecuente en un Papa, comparándola especialmente con la de Juan Pablo II que quiso “morir en la Cruz”, o bien en la de buscar explicaciones más o menos imaginadas (tendrá alguna enfermedad que no sabemos, tal vez ha descubierto en el Vaticano cosas a las que no se siente capaz de hacer frente, etc.). Paradójicamente, otras opiniones ponen la renuncia del Papa como ejemplo o referencia de lo que supuestamente algunos tendrían que hacer en otros contextos, como el de la política o el de la Corona. Pero todas estas comparaciones están a mi juicio totalmente fuera de lugar. Como ser humano, y como pecador, sé que la Iglesia católica está regida por otros seres humanos igualmente pecadores, y que los errores no han sido infrecuentes en su Historia. No estoy totalmente de acuerdo con todo lo que hoy hace o preceptúa, pero lo acepto porque no me siento ni más cualificado ni más iluminado que quienes tienen la responsabilidad de establecer la doctrina. Además, pienso que no se puede pertenecer a una comunidad y luego elegir las normas, las decisiones o los “servicios” que a uno le interesan como si fuera un menú. Como católico, me basta saber que la decisión de Benedicto XVI está amparada por el Derecho Canónico, que prevé detalladamente los procedimientos que han de seguirse en tal caso. Como creyente, pido a Dios que ilumine a los cardenales que llevarán a cabo dentro de unas semanas una nueva elección. En suma, estoy totalmente tranquilo respecto a lo sucedido y a lo que tenga que suceder. No entiendo esas “quinielas”, ni esos adjetivos como “conservador”, “moderado”, “progresista”, cuando se aplican a Papas y cardenales que han de dedicarse a la doctrina de la fe.

            Creo que procede reconocer los grandes méritos de Benedicto XVI. Ha sido un Papa humilde, que aceptó una responsabilidad que no buscaba y que le llegaba ya con cierta edad, que ha sabido pedir perdón, que ha tenido que someterse casi siempre a una inadecuada comparación con su predecesor, y que tantas veces ha tenido que hacer frente a incomprensiones y tergiversaciones de sus textos. Estoy seguro de que con cierta perspectiva se ha de valorar la enorme talla intelectual de uno de los mejores teólogos de los últimos tiempos, capaz de guiar a los fieles y escribir libros al tiempo eruditos y sencillos, que tanto nos han ayudado a entender los misterios de nuestra fe.  

jueves, 7 de febrero de 2013

LA CURIOSIDAD EN LOS GENES

La curiosidad en los genes


            “Seréis como Dios, conocedores de lo bueno y de lo malo”. Yo no sé si el ser humano sería más feliz en un estado de ignorancia que le mantuviera al margen de cualquier inquietud sobre la corrección moral de sus actos, y más en general de todo deseo de conocimiento; pero el ansia de saber está de algún modo inscrita en nosotros hasta el punto de constituir nuestro “pecado original”. Sin él ni seríamos humanos ni habríamos progresado en cientos de miles de años. Si la contrapartida de esta característica tan humana es una permanente insatisfacción, motivada por la consciencia de que el objetivo (saberlo todo, ser como Dios) es inalcanzable, me parece asumible. El riesgo, claro está, es grande, ya que probablemente la misma tendencia irrefrenable hacia lo desconocido nos lleva también demasiadas veces a la búsqueda de lo prohibido, pues el deseo de superar todos los límites incluye muchas veces los límites morales.

            El deseo de conocer más y de traspasar cualquier frontera está, por tanto, presente en el hombre que salió de África para ocupar todos los continentes, en el que descubrió el fuego, inventó la rueda o diseñó las primeras puntas de lanza, o en el que, milenios después, descubrió América para el mundo occidental. Aunque probablemente es a partir del siglo XIX cuando el innato deseo de exploración cobra un carácter más “deportivo”, de manera que ya no se busca por necesidad o por utilidad social, económica o meramente cultural, sino que se intenta llegar más lejos por el mero hecho de hacerlo, y es así como se han alcanzado lugares que en términos materiales no nos han reportado nada, como los llamados “tres polos” (los dos polos físicos del planeta y el Everest), aunque también hay algo de ese deseo en la todavía embrionaria “conquista del espacio”. En ese contexto cultural en 1888 nació en Estados Unidos la sociedad National Geographic, que por tanto celebra ahora su 125 aniversario. El número de enero de 2013 se dedica monográficamente a la cuestión de por qué exploramos, e incluye un artículo que justifica científicamente lo que siempre habíamos intuido: nuestros genes son “inquietos”, más que los de cualquier otra especie animal, y de ahí nuestro imparable deseo de conocer, que por otro lado está más acentuado en unas personas que en otras. Necesitamos conocer, y eso nos hace progresar y superarnos, pero nuestro objetivo es inalcanzable porque cada respuesta abre nuevos interrogantes.